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Carta a un Ecuatoriano


Estimado Ecuatoriano:

Después de tanta inestabilidad política, tantos gobiernos que te robaron los impuestos haciéndote creer en sus promesas, tanto esfuerzo que te cuesta conseguir un trabajo para llevar el pan a tu casa, tanto dolor que te trajo ver un terremoto que a nuestro país se lo llevo todo, tan poca importancia que tu gobierno te dio en tus trámites para ese préstamo, esa cita en el instituto de seguridad social o esa ayuda qué tanto necesitabas; lo que menos necesitas es que un país que te imponga sus problemas que no supo manejar, lo que menos pareces necesitar es: Los recientemente llegados migrantes venezolanos.

Lo que sí necesitas, es saber que el día de hoy son los migrantes venezolanos, víctimas de un socialismo que resultó en pobreza, pero el día de mañana serán los migrantes colombianos, los migrantes brasileros, o nosotros mismos: Los migrantes ecuatorianos. Y cuando el día llegue, te harás llamar “hermano ecuatoriano” ante esas personas a quiénes quitarás sus calles, sus comerciantes, sus clientes, sus trabajos, su país. Pedirás por su solidaridad, porque no irás a robarles. Después de todo, lo último que querrás es hacerles a ellos, lo que tu propio gobierno hizo contigo. Aprenderás a apagar tus oídos cuando escuches en las calles con odio y rechazo “estos ecuatorianos”, acompañado con un comentario negativo. Sintiendo un cemento frío o si tienes suerte, colchones donados te levantarás cada día sabiendo que recibirás todo menos una sonrisa, pero sabiendo que no hay infierno peor del que saliste.

Que te llamen Xenófobo cuando te manifiestas por el amor que tienes a tu país es más que comprensible. Haber sufrido y peleado por un país que quieres sacar adelante con tu propio sudor y dinero, merece ser disfrutado por nadie más y nadie menos que por quiénes lo levantaron. Después de todo, es el país que te vio nacer, y al que tú quieres ver crecer.

Lo que tienes tú que comprender es que, no eres el único que se siente así. Venezuela solía ser uno de los países más ricos de nuestra región Sudaméricana. Y si puedes recordar, muchos de nosotros, queríamos ir allá en busca de oportunidades, de la misma manera en la que los venezolanos a los que rechazas, lo hacen ahora. Tienes que comprender que el amor que una persona tiene a su país, es un sentimiento irrebatible, sin importar el gobierno que su país tenga. Y de la misma forma en la que los ecuatorianos migramos forzados por las situaciones en el país, en Venezuela dejan su país con lágrimas en los ojos, viendo atrás un país que retiene parte de su corazón para enfrentarse a un escenario totalmente incierto y desconocido, con esperanza de que sus hermanos ecuatorianos, sepan cosechar una mínima muestra de empatía.

Sé que no es un mito que estás desempleado, que ves cómo los precios en Ecuador no concuerdan con lo que tienes en tu billetera, y que las escasas vacantes de trabajo que logras ver, suelen estar ocupadas por a quienes con todo esto, te cuesta llamar “hermano venezolano.”

Lo que tú no sabes es, que el migrante venezolano que está trabajando como panadero, obrero o vendedor ambulante, estudió por años para tener un título de ingeniero, doctor, licenciado o abogado. Lo que tú tampoco sabes, es que estás culpando a los equivocados porque la culpa no es, de quién busca el trabajo, o de quien está o no capacitado para hacerlo. La culpa es, de la tan conocida “viveza criolla” de quién prefiere contratar una mano de obra por un sueldo inimaginablemente bajo. Porque después de los 3 dólares de salario mensual con los que se vive en Venezuela, todo es mejor que eso. La culpa es de nuestro gobierno, que no nos ha hablado de fraternidad y que se niega a considerar el uso del término refugiado a quienes llegan a causa de la violencia en su país. La culpa es de la incredulidad de las instituciones, pensando que el flujo migratorio no llegaría a mayores, esperando a que la situación se desborde antes de coordinarse con sus otras fronteras y que veían la situación empeorar en Venezuela, llamando aliado al gobierno principalmente responsable de todo esto.

Invitar a los verdaderos responsables a ponerse en tus zapatos, comprender tu ira, tu orgullo por defender tu país de quiénes parecen ser una amenaza puede parecer algo inservible, o remoto. Es por eso que, llenarte de odio y de todo menos de empatía o solidaridad es algo que puede verse inevitable.

Pero te invito a recordar que, nosotros estábamos del otro lado. Te invito a pensar que, no escuchar un acento ecuatoriano hace algunas décadas en las calles de Europa, era inimaginable. Te invito que recuerdes que tus papás, que tus abuelos, o sus conocidos, eran los migrantes del otro lado. Eran quiénes por elección, abandonaban el país en busca de mejores oportunidades para ti. La única diferencia, ellos no escapaban de un país con sangre en sus calles, de miedo de expresar sus opiniones políticas y de la impotencia de no poder poner un pedazo de pan en las bocas de sus hijos.

Tu realidad no es mucho mejor que la de los venezolanos que migran a Ecuador. Y en realidad, tu situación es más parecida a ellos de lo que crees, o por lo menos lo ha sido antes, o a lo mejor podría serla en el futuro. En realidad, es un pedazo de papel llamado pasaporte, un acento distinto y una línea imaginaria llamada frontera lo que nos separa. Porque después de todo, todos somos migrantes en distintos tiempos y lugares, todos somos amantes de nuestro país y todos, preferiríamos estar en el lugar que nos vio crecer, y al que queremos hacerlo crecer.

Atentamente,

Una migrante/ hermana ecuatoriana.


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